Visión política.
Por Fernando cruz López.
Los anexos, esos centros de «rehabilitación» que proliferan en el estado de Oaxaca, y principalmente en los valles centrales y colonias de la capital del estado, se han convertido en un foco de preocupación y alarma a nivel nacional, ya que lejos de brindar el apoyo y la atención que necesitan las personas que luchan contra las adicciones, estos lugares se han transformado en auténticos infiernos, donde los internos son víctimas de todo tipo de abusos y violaciones a sus derechos humanos.
Informes devastadores han dado a conocer las terribles condiciones en las que operan muchos de estos anexos que hay en la Ciudad de Oaxaca y sus municipios conurbados, en cuyos sitios prolifera el hacinamiento, la falta de higiene, alimentación deficiente e incluso casos de tortura y trabajo forzado son algunas de las dantescas realidades que enfrentan los internos, quienes acuden buscando una oportunidad de cambio y en su lugar encuentran un infierno del que es casi imposible escapar.
Resulta indignante que, en pleno siglo XXI, existan lugares donde se explota y se somete a las personas más vulnerables a tratos crueles e inhumanos, en nombre de una supuesta «rehabilitación». Estas prácticas aberrantes no solo violan los derechos más básicos de los internos, sino que también reflejan un profundo fracaso del sistema de salud y de las autoridades encargadas de velar por el bienestar de la población.
Es urgente que la fiscalía del estado, y demás autoridades en Oaxaca tomen medidas contundentes para erradicar este flagelo, sobre todo aquellos que funcionan sin ningún tipo de permiso y sin regulaciones sanitarias, y que están a cargo de criminales sujetos que lejos de ayudar a los internos los explotan, los sacan a vender droga y a golpear a quienes les ordenan.
Es necesario que el gobierno estatal intervenga y cierre los anexos que no cumplan con los estándares mínimos de atención y seguridad, que sancione a los responsables de los abusos y que garanticen una verdadera atención integral y humanizada a esas personas que están luchando contra las adicciones.
Pero más allá de las acciones gubernamentales, la sociedad en su conjunto debe alzar la voz y exigir que se ponga fin a esta forma de explotación y maltrato. No podemos quedarnos como espectadores pasivos ante una realidad tan dolorosa y que atenta contra la dignidad humana.
Es hora de que Oaxaca enfrente con determinación este problema y brinden a las personas que necesitan ayuda, un camino de verdadera rehabilitación y reinserción, lejos de los horrores que se esconden detrás de los muros de los anexos, convertidos en centros de explotación… sigame en X como @Visionpolitica7