El mexicano Francisco Oropesa estuvo cuatro días prófugo de la justicia de Texas tras escapar luego de haber matado a balazos a cinco integrantes de una familia originaria de Honduras, en venganza porque su vecino le pidió que disparara su arma alejado de su hogar ya que su hijo de meses de nacido intentaba dormir y no paraba de llorar.
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En el condado de San Jacinto, donde ocurrió el crimen que conmocionó a la nación, es común que los habitantes disparen sus armas de fuego al aire como una forma de relajarse, según contaron los vecinos. Pero Oropesa no atendió la petición de su vecino Wilson García por lo que lo siguió a su casa con su arma en mano.
Al ver que Oropesa iba a su hogar, la esposa de Wilson le pidió que entrara a la casa para que ella saliera a tranquilizarlo ya que consideró que por ser mujer, el mexicano no se atrevería a dispararle; sin embargo ella fue la primera víctima que recibió los disparos y fue asesinada en la puerta de su hogar. Posteriormente el niño de 9 años, así como dos mujeres más y un joven de 18 años también serían atacados.
Francisco Oropesa se escondía entre ropa sucia
El martes por la noche, cuatro días después de la masacre, finalmente el mexicano fue encontrado por la policía local luego de la búsqueda que incluyó la participación de 250 uniformados. El señalado de matar a sangre fría a los cinco hondureños fue detenido en el condado de Montgomery. Según la Oficina del Sheriff del mismo condado, Oropesa de 38 años de edad estaba escondido dentro de un closet debajo de ropa sucia.