Hay buenas noticias para el medio ambiente después de todo, pues finalmente la Comisión Europea y Alemania anunciaron —este sábado— haber llegado a un acuerdo para desbloquear un texto clave del plan climático europeo sobre las emisiones de CO2. Gracias a la flexibilización del veto de motores térmicos a partir de 2035, ahora los nuevos vehículos tendrán que reducir sus emisiones. En un principio, Alemania sorprendió a sus socios europeos —cuando a principios de marzo se discutía este tema— pues bloqueó en el último momento el escrito que preveía minimizar completamente el dióxido de carbono.
Justificaron que los nuevos autos usan carburantes sintéticos
Para justificar este cambio, Berlín le reclamó a la Comisión Europea una propuesta para abrir el camino a los vehículos que funcionan con carburantes sintéticos. Y lo que pasa es que esta tecnología —aún en desarrollo— consistirá en producir combustible a partir del CO2 de actividades industriales utilizando electricidad baja en carbono. Ahora el sistema, defendido por algunos fabricantes alemanes e italianos, permitirá prolongar el uso de motores de combustión después de 2035.
Nos despediremos del diésel, al menos en Europa
A finales de la década de los 80, se presentó un incremento en las emisiones de gases contaminantes,como consecuencia del uso de fuentes móviles —como automóviles— y de fuentes estacionarias —como calderas generadoras de electricidad y calderas industriales—, que usaban combustibles fósiles. Por ello, la Unión Europea y los Estados Unidos decidieron implementar normas para regular las emisiones de gases contaminantes, que estaban afectando la salud de la población y la huella de carbono del planeta.
Así fue como surgió la norma europea Euro y la norma americana EPA, con el propósito de que los vehículos e industrias que se incorporaban al mercado cumplieran estándares que limitaran la emisión de gases dañinos. Estas normas han ido evolucionando y reformándose, disminuyendo cada vez más la contaminación. Actualmente, tanto la Euro VI como la EPA 2010 se centran en la diminución de los óxidos de nitrógeno, debido a que estos resultan ser gases muy dañinos para los seres vivos, ya que afectan el aparato respiratorio y cardiovascular, además de que reaccionan con la luz solar para formar ácido nítrico, el cual es uno de los principales componentes de la lluvia ácida y que genera un impacto negativo en los ecosistemas.